El camino lo escribimos todos y nuestras huellas se van quedando impresas en el tiempo, nos matizan la memoria, se reproducen casi en cualquier hueco. De todo lo que somos, si nos queda un poco qué perder, lo perdemos todo entonces y nunca por convicción. Así, escribimos con los pies, en cada paso, un cuento nuevo, una pesadilla vívida, un duelo irreprensible, un poema repetido.
Hace tiempo abrí mi ventana y empecé a escribir sin luz, me nutrí del frío; no importa, con el tiempo abandoné a mi soledad, comprendí que el mundo se extendía hacia el interior de mí si dejaba la ventana abierta, y me he acostumbrado ya a la oscuridad.

jueves, 3 de junio de 2010

De la oscuridad del norte

Soy de la oscuridad del norte
soy quien que se corta en tus espinas
crecí como la paja y las estrellas
renté un lugar en los escombros
viajé en el autobús que pasa el fondo
de las noches sin salida
me muevo  a mil  centímetros del cielo
entre las luces de los coches
como algún pez en el tintero
como la protesta de las voces
nací de pie.

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