desde que era un niño
había tanto que perder
borré mis ojos
y esperé fluctuando
en medio de una conmoción
de ruidos,
de ciudad,
que a menudo
me dejó
inventarme un poco más
un poco mejor.
Me quedé dormido
y al final
empecé a vivir sin mí.
Me dibujé en una canción
por aprender
por olvidarme de crecer
envejecí muy lentamente
pude inventarme
muy a tiempo el resplandor
de entristecer.
Me quemé en el hueco
del vacío
del corredor,
en la decrepitud de
una ilusión
n o
p u e d o
e s t a r
a q u í
nunca aprendí
a perdonar.
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