El camino lo escribimos todos y nuestras huellas se van quedando impresas en el tiempo, nos matizan la memoria, se reproducen casi en cualquier hueco. De todo lo que somos, si nos queda un poco qué perder, lo perdemos todo entonces y nunca por convicción. Así, escribimos con los pies, en cada paso, un cuento nuevo, una pesadilla vívida, un duelo irreprensible, un poema repetido.
Hace tiempo abrí mi ventana y empecé a escribir sin luz, me nutrí del frío; no importa, con el tiempo abandoné a mi soledad, comprendí que el mundo se extendía hacia el interior de mí si dejaba la ventana abierta, y me he acostumbrado ya a la oscuridad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Piel de pan


Olvida el ruido de tu voz
si no vibra en armonía
con el resto de a vida que no vive
en nuestra habitación.
Te enseñaré a mentir que no
si te vas quedando sola,
olvídalo, quédate conmigo.
Y más allá de otra ciudad
sobre un autobús
que te aleje de cualquier lugar
cerca del sur
tu corazón
latiendo junto al mío.
Escribe amor una vez más,
sobre la pared,
vestigios de tu piel de pan
en mi café
si me quedo dormido.
Apaga la luz de esta canción,
siéntate a escuchar
cómo inventamos la realidad de escapar
cuando sueño contigo.
Y más allá de otra ciudad,
viajando en autobús,
que te aleje de cualquier lugar
cerca del sur
tu corazón, desangrándose en el río.
Y riega, amor, una vez más
dondequiera que estés
migajas de tu piel de pan
en el andén, por si yo
me pierdo en el camino.

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