El camino lo escribimos todos y nuestras huellas se van quedando impresas en el tiempo, nos matizan la memoria, se reproducen casi en cualquier hueco. De todo lo que somos, si nos queda un poco qué perder, lo perdemos todo entonces y nunca por convicción. Así, escribimos con los pies, en cada paso, un cuento nuevo, una pesadilla vívida, un duelo irreprensible, un poema repetido.
Hace tiempo abrí mi ventana y empecé a escribir sin luz, me nutrí del frío; no importa, con el tiempo abandoné a mi soledad, comprendí que el mundo se extendía hacia el interior de mí si dejaba la ventana abierta, y me he acostumbrado ya a la oscuridad.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Con el frío hasta los huesos.

Déjame que me quede afuera

me gusta sentir el frío hasta tus huesos
de cualquier modo, si aún me quedase un beso
no me lo dejarías colgar en tu cadera.

Si se me acabara el mundo
desde hace pocos años
y quisieras saber
que hace tiempo no estás loca
te sorbería los pezones con las manos
y me correría dentro de tu boca.

Te extrañaría más antes que después
pero un tanto menos que ninguno.

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